Son muchas las obras de Picasso que me parecen renovadoras y sorprendentes. Una de ellas es “Mujer flor” (retrato de Françoise Gilot).
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Una visita a Matisse
Según cuenta la propia Françoise Gilot (Vida con Picasso), amante del artista desde 1943 hasta 1953, y con la que Picasso tuvo dos hijos (Paloma y Claude), en una visita del genio malagueño a Matisse, después de hablar sobre el cuadro que estaba pintando Matisse, este dijo, riendo:
“–Bien, en cualquier caso, si yo hiciese un retrato a Françoise pintaría sus cabellos de color verde.
Pablo dijo:
–Pero ¿por qué te gustaría hacerle un retrato?
–Porque tiene una cabeza muy interesante –aseguró Matisse–, con esas cejas picudas parecidas a acentos circunflejos.
–No lograrás engañarme –dijo Pablo–. Si pintases sus cabellos en verde lo harías de manera que dicho color conjugase con la alfombra oriental del cuadro.
–Y tú pintarías el cuerpo en azul para que conjugase con las baldosas rojas de la cocina –replicó Matisse.
Hasta entonces, Pablo solamente me había pintado en dos pequeños retratos en gris y blanco, pero cuando subimos al coche pareció que repentinamente el instinto de propiedad se apoderaba de él.
–Realmente, Matisse acaba de ir demasiado lejos –dijo–. ¿Acaso le hago yo retratos de Lydia?
Aduje que no veía relación entre las dos cosas y él añadió:
–De todas formas ahora ya sé cómo he de hacer tu retrato”.
La reacción de Picasso, un tanto infantil y llena de celos, fue pintar de inmediato a su pareja en forma de flor, antes que lo hiciera su competidor. El resultado: un hermoso cuadro, “La mujer flor”, una bella metáfora pictórica de su amante, a la que dedicó las siguientes palabras: “Todos nos parecemos a un animal, menos tú, tú te pareces a una flor”.
“Vida con Picasso” Mujer Flor de Picasso
Cuando se conocieron, Gilot era una joven estudiante de derecho, artista y escritora, de 21 años. Picasso tenía 61.
Gilot publicó, en 1964, Mi vida con Picasso (con el periodista Carlton Lake como coautor), un libro escrito desde el resentimiento, con el fin de aportar un retrato demoledor del mito. Desde tal perspectiva, no es de extrañar que el artista aparezca como un ser celoso, despótico y ególatra. El libro enfureció tanto a Picasso, que llegó a cortar todo contacto con Gilot y sus dos hijos.
¿Cómo era Pablo Picasso?
En entrevistas posteriores, como la que concedió a Jane Hawlwy, Françoise nos ha dejado su particular opinión del artista:
“La idea del amor de Picasso era principalmente física y posesiva, nada que ver con dar. Al mismo tiempo, su lado bueno era tan inteligente que cuando una estaba con él, escuchando sus ideas y viéndole pintar, solía ser tan asombroso que una sentía que era testigo de un milagro. Eso era lo que daba”.
“Pablo era una persona maravillosa (…) Asombrosamente creativo, tan inteligente y seductor. Si estaba de humor para fascinar, era capaz de hechizar hasta a las piedras. Pero también era muy cruel, sádico y despiadado con los demás y consigo mismo. Todo debía ser como él decía. Una estaba allí a disposición de él: él no estaba a disposición de nadie. Pablo creía que era Dios, pero no era Dios ¡y eso lo irritaba! Fue el amor más grande de mi vida, pero había que tomar medidas para protegerse. Yo lo hice: me fui antes de terminar destruida. Las otras no lo hicieron, se aferraron al poderoso minotauro y pagaron un precio muy alto”.
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