El cubismo

Un análisis completo sobre El Cubismo

En este artículo abordo el nacimiento del cubismo, como grupo, en relación a los Salones de Otoño de París de los años 1910 y 1911, así como las principales figuras que lo integran. Como base para el estudio parto de tres libros básicos a la hora de afrontar la historiografía del cubismo: 

El Cubismo y los Salones de otoño en París

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  • El primer manifiesto sobre el cubismo: “Du Cubisme” (“Sobre el Cubismo”),   escrito por  Albert Gleizes y Jean Metzinger, y publicado en 1912, por el poeta y editor parisino Eugène Figuière en la Colección “Tous les Arts”. (El libro fue presentado con ocasión de la exposición del “Salón de la Section d’Or “ en octubre de 1912 y reeditado en 1947).
  • “Meditaciones estéticas. Pintores cubistas”, de Guillaume Apollinaire, publicado en 1913.  
  • “Recuerdos, cubismo, 1908-1914”, de Albert Gleizes, publicado en  1957.

Tras el éxito de la primera exposición, en 1904,  el llamado  “Salón de otoño” (en  francés, Salon d’Automne), alojado en la estructura de vidrio y metal del Grand Palais (París), se convirtió en el punto de confluencia de  las principales tendencias vanguardistas del arte del siglo XX (fauvismo, cubismo,  surrealismo…).

Salón de otoño”  de 1910.

En lo referente a la historia del cubismo, particular interés tiene el  “Salón de otoño”  de 1910 (París).

En palabras del artista y teórico  Albert Gleizes (que se autoproclamó fundador del cubismo) y escribió el primer tratado importante sobre el cubismo, “Souvenirs Le Cubisme, 1908-1914” (“Recuerdos, cubismo, 1908-1914”, publicado en 1957), en el Salón de otoño de 1910, los cubistas se reconocieron como grupo:

«Fue a partir de este momento, octubre 1910 cuando nos descubrimos seriamente los unos a los otros (…) y que nuestras afinidades nos acercaban. El interés de frecuentarnos, de intercambiar ideas, de ser un bloque, nos pareció imperioso. Yendo los unos a las casas de los otros nos dimos cuenta de lo cerca que estaban nuestras aspiraciones». (GLEIZE S, A., Souvenirs: le cubisme 1908-1914, París, p. 7)  

Albert Gleizes

El pequeño volumen de Gleizes, escrito durante la guerra, se nos presenta como una fuente muy relevante en lo que atañe a la historiografía del cubismo y las controversias en el Salón de 1911. En el mismo se plantea la necesidad, por parte de un grupo de artistas (el propio Gleizes, Le Fauconnier, Jean Metzinger…), de distanciarse de la técnica impresionista, buscando la simplificación del color y la forma. Le Fauconnier ya había expuesto en el “Salon d’Automne” de 1909, el “retrato del poeta Pierre Jean Jouve”, obra que impresionó profundamente al grupo de jóvenes que buscaban nuevas formas de expresión.

En palabras de Gleizes:

“Este retrato no era una semejanza exacta del modelo, sino una interpretación totalmente diferente que, lejos de eliminar la apariencia, la hizo destacar más claramente a través del gran énfasis puesto en ciertas características y una eliminación rigurosa de todos los detalles innecesarios. El color ya no le debía nada al impresionismo, ya no era brillante, ya no era todo, sino que se apoyaba en simples armonías de un marrón teñido de violeta…”

Albert Gleizes

Recuerdos, cubismo, 1908-1914

Podemos entender el impacto que produjo el “retrato del poeta Pierre Jean Jouve” en el grupo de jóvenes artistas. Por un lado rechazaban las enseñanzas que se impartían en la “Ecole Nationale des Beaux Arts” y las  Academias afines (que, en su opinión se limitaban a enseñar recetas y trucos para representaciones más o menos complicadas, para representar la “anécdota”, lo anecdótico), y, por otro, no acababan de vislumbrar nada más allá del Impresionismo. La admiración por Claude Monet, Sisley o Pissarro  se mantenía, pero los jóvenes artistas estaban cansados del boceto rápido y de la pintura entendida como una mera expresión de sensaciones. Buscaban construcciones más elaboradas, las “perspectivas mentales” que vislumbraban en los maestros del Renacimiento italiano, y que no veían plasmadas en el arte de su tiempo. Como escribe Albert Gleizes:

“Todavía estábamos dominados por el tema y fue a través del tema que tratamos de llegar a algo que no se podía definir pero que era aún más sólido. Era ese “algo” que los maestros del pasado, los del Renacimiento italiano, habían conocido y que estaba detrás de las construcciones cuya resolución final en presentaciones maravillosamente organizadas, fue tan conmovedora que incluso en nuestro tiempo todavía pudimos encontrar en ellas material para la contemplación”.

Albert Gleizes

El punto de enlace con los artistas del Renacimiento italiano fueron David e ingres:

“¡Qué conversaciones tuvimos sobre el tema de estos grandes antepasados, con qué frecuencia tratamos de resolver el proceso por el cual sus obras habían evolucionado! Qué planes y diagramas elaboramos para tratar de entrar en ellos”.

Albert Gleizes

Le Fauconnier

Bajo la influencia de Henri  Le Fauconnier, un grupo reducido de artistas, comienza a pintar obras en las que la geometría cobra una importancia relevante, y las gamas cromáticas  se limitan a modulaciones de grises con matizaciones de marrones y ocres amarillos.

A finales de 1910, se reúnen diversos artistas en su estudio en la rue Visconti, siguiendo todas las etapas de la elaboración de su famosa “Abondance”, (“Abundancia”) que será enviada  al Salón de los Independientes de 1911. 

Siguiendo el relato de Gleizes:

“Cuántas veces subí esa gran escalera oscura, empinada como una escalera, que fue a su estudio. Hablamos de pintura y formamos mil proyectos. En ciertos días, o más bien en las tardes, Le Fauconnier ‘recibía’ a sus amigos y a aquellos que se interesaban por sus labores. En estas veladas pude conocer a Metzinger, Delaunay y su esposa Sonia, Léger, Jean Marchand; los poetas Paul Fort, Jules Romains, Castiaux, P-Jean Jouve, Arcos, Mercereau, G. Apollinaire, Roger Allard, A. Salmon; el Douanier Rousseau…”

Albert Gleizes

Jean Metzinger

Una de las figuras más relevantes del cubismo fue Jean Metzinger. En  el “Salon des Indépendants” de 1910, Metzinger expuso un retrato de Guillaume Apollinaire (posteriormente  afirmó que era el primer retrato cubista).

El mismo año (1910), Jean Metzinger expuso también el lienzo  “Nu à la cheminée” (publicado en “Les Peintres Cubistes”, 1913), una obra atrevida, en la que la descomposición de las formas en planos, sigue los pasos del “cubismo analítico” desarrollado por Picasso y Braque entre 1908 y 1912, pero conocido por un grupo muy reducido de artistas y marchantes de arte.

Como puede apreciarse en obras como “Le Goûter (Tea Time)”, 1911, la construcción pictórica de Jean Metzinger, giraba en torno a la orquestación de volúmenes geométricos en forma de “cubos”, que van entrelazándose y cambiando de posición en el espacio, desde una pluralidad de puntos de vista.

Fernand Léger había mostrado, en el “Salon d’Automne” de 1910, dos dibujos de carácter cubista, y Robert Delaunay trabajaba en sus torres Eiffel.

Vemos así que, de 1910 a 1911, el cubismo comienza a materializarse como movimiento artístico. “1910  –nos dice Gleizes–  fue el año en que, en sus últimos meses, comenzó a formarse un grupo, más o menos coherente, a partir de ciertas tendencias que estaban claramente presentes en nuestra generación, pero que previamente se habían dispersado. Los pintores vieron lo que tenían en común, los poetas se unieron a ellos, se establecieron sentimientos de simpatía, comenzó a formarse una atmósfera general que pronto produciría una acción cuyos efectos se sentirían rápidamente en el mundo circundante. Pintores y escritores se apoyarían mutuamente, movidos como todos por una sola fe”.

El “Salón de los Independientes” de 1911. El Cubismo

   Una vez que el incipiente movimiento cubista (Metzinger, Le Fauconnier, Delaunay, Léger…) tomaconsciencia de su unidad como grupo, se plantea exponer en el “Salón de los Independientes” de 1911, como grupo, lo que no resultaba fácil, ya que, hasta ese momento, sus obras se habían expuesto dispersas. Con el objeto de que fueran admitidos como grupo, como tendencia, artistas y literatos, deciden pintar 5 o 6  carteles que mostrasen ante el comité selector, sus demandas. Entre los candidatos elegidos para exponer se incluían a Metzinger, Albert Gleizes, Le Fauconnier, Delaunay, Fernand Léger, André Lhote, André-Dunoyer de Segonzac, La Fresnaye, Berthold Mahn, Jean Marchand y otros pintores afines a la nueva tendencia.

La Sala 41

A los “cubistas” se les adjudicó la sala 41 y siguientes. Le Fauconnier mostró su gran “Abondance”, Léger sus desnudos, Delaunay “Le Tour Eiffel”, Marie Laurencin algunos lienzos con personas, y Albert Gleizes  “La Femme au phlox” y “Homme nu sortant du bain”.

En la exposición del  “Salon des Indépendants” de 1911 (París), no participaron ni Picasso ni Braque.

   Por supuesto, la exposición de los cubistas atrajo el interés de la gente, que gritaba, reía o protestaba ante la visión de tan estrafalarios cuadros. Los críticos más tradicionales (como Louis Vauxcelles en “Gil Blasat”), atacaron con violencia. Los más jóvenes (que escribían sobre arte en “Comoedia”, “Excelsior”, “Action”, “L’Oeuvre”…) se mostraron más reservados. André Salmon (amigo de Picasso), llevó a cabo en “Paris-Journal” una columna comprensiva y elogiosa.

   Según Albert Gleizes:

“Fue a partir de esa vista previa en 1911, que el nombre ‘Cubismo’ puede fecharse. La gente ha tratado de darle un padrino y decir que se remonta dos o tres años antes, pero estos intentos me parecen vanos, simplemente porque durante esos años, ni Braque ni Picasso fueron llamados cubistas. Lo que, por el contrario, se puede establecer es que a partir de 1911 el término se convirtió en un lugar común, inicialmente limitado a los pintores de la Sala 41, luego se atribuyó a aquellos que parecían acercarse a ellos, casi a distancia, en apariencia si no en espíritu (…) En 1911, la palabra Cubismo nació de la misma manera que la palabra ‘Impresionismo’ en 1872. ¡Los pintores no tenían nada que ver con eso!”.

Albert Gleizes

La afirmación de Gleizes resulta un tanto exagerada, dado que el término “cubismo” fue utilizado por primera vez por Louis Vauxcelles, el crítico del Gil Blas  (seguramente bajo la influencia de Matisse), el 14 de noviembre de 1908, con ocasión de la exposición de Braque  en la galería Kahnweiler.

Du Cubisme, Sobre el Cubismo

Es muy posible que el término “cubismo”  naciera en 1911, y que la pintura cubista pasara al dominio público en esta fecha, pero no es menos cierto que Picasso y Braque, ya habían puesto desde años atrás, las bases del nuevo movimiento. Con todo, cabe recordar que fueron Albert Gleizesy Jean Metzinger quienes escribieron el primer manifiesto sobre el cubismo: “Du Cubisme” (“Sobre el Cubismo”),  publicado en 1912 por el poeta y editor parisino Eugène Figuière en la Colección “Tous les Arts”. El texto iba acompañado de 11 ilustraciones en blanco y negro, mostrando obras de Paul Cézanne, Pablo Picasso, Derain, Georges Braque, Jean Metzinger, Marie Laurencin, Albert Gleizes, Fernand Léger, Marcel Duchamp, Juan Gris y Francis Picabia (“Les Peintres Cubistes” de Guillaume Apollinaire, fue escrito en 1913). 

   En su manifiesto cubista (“Du Cubisme”), Gleizes y Metzinger rinden homenaje a Cézanne y plantean el nuevo movimiento como una extensión del “realismo” tradicional que, pasando por Courbet, se sumerge en Cézanne. De hecho, escriben: “Comprender a Cézanne es prever el cubismo”. 

   En cuanto a la relación del cubismo con la geometría, escriben: “Si quisiéramos relacionar el espacio de los pintores (cubistas) con la geometría, deberíamos referirlo a los matemáticos no euclidianos; deberíamos estudiar, con cierta extensión, algunos de los teoremas de Riemann”. En su argumentación, señalan que lo esencial del cubismo era la comprensión del espacio. Se evidencia que la perspectiva tradicional evoca un espacio ilusorio, y, sin embargo, es posible “representar”  la cuarta dimensión, siendo la mente del espectador la encargada de “reconstruir” la imagen total (mayor que la suma de las partes). Ambos artistas parten del presupuesto de que:

“No hay nada real fuera de nosotros mismos; no hay nada real excepto la coincidencia de una sensación y una dirección mental individual. Lejos de nosotros arrojar alguna duda sobre la existencia de los objetos que golpean nuestros sentidos; pero, racionalmente hablando, solo podemos tener certeza con respecto a las imágenes que producen en la mente (…) Un objeto no tiene una forma absoluta; tiene muchas. Tiene tantas como planos hay en la región de la percepción (…) Buscamos lo esencial, pero lo buscamos en nuestra personalidad y no en una especie de eternidad, laboriosamente dividida por matemáticos y filósofos (…)  Hay tantas imágenes de un objeto como ojos lo miran; hay tantas imágenes esenciales de ella como mentes que la comprenden”.

Albert Gleizes

Guiullaume Apollinaire “(Méditations esthétiques) Les Peintres cubistes”, 1913.

Para Guillaume Apollinaire (“Meditaciones estéticas. Pintores cubistas, 1913),  el nombre de “cubismo” con que llegó a ser conocida la nueva escuela de pintura, le fue dado, en tono de burla, por Henri Matisse en otoño de 1908. Añade Apollinaire que si bien la nueva estética se desarrolló, inicialmente, en la mente de André Darain (carecemos de datos que puedan confirmar tal afirmación), “las obras más importantes y atrevidas que produjo de inmediato fueron las de un gran artista que también debe ser considerado fundador: Pablo Picasso, cuyos inventos corroboraron el sentido común de Georges Braque, quien exhibió, desde 1908, una pintura cubista”. 

   Se enorgullece después el escritor de que el primer retrato cubista  (su propio retrato), pintado por Jean Metzinger, fue expuesto en el “Salon des Indépendants”, en 1910, año, que como ya hemos señalado, se expusieron  pinturas de Robert Delaunay, Marie Laurencin y Le Fauconnier, entre otros, que pertenecían a la misma escuela.

   Apollinaire coincide en que La primera exposición general del cubismo, tuvo lugar en Los Salones de los independientes (París), de 1911, en concreto en la Sala 41, reservada al movimiento. Tras aportar los nombres y obras cubistas más destacadas, trata de racionalizar el nuevo arte, señalando que en el mismo podían distinguirse cuatro tendencias: 

Cubismo científico

  • Definido como  “el arte de pintar nuevos conjuntos con elementos tomados, no de la realidad de la visión, sino de la realidad del conocimiento”. Los pintores pertenecientes a esta tendencia serían: Picasso, Georges Braque, Metzinger, Albert Gleizes, Miss Laurencin y Juan Gris.

Cubismo físico

  • Definido como “el arte de pintar nuevos conjuntos con elementos tomados en su mayor parte de la realidad de la visión”.  En esta tendencia  incluye al que, según Apollinaire, sería el creador de esta tendencia: Le Fauconnier.

Cubismo órfico

  • Definido como “el arte de pintar nuevos conjuntos con elementos tomados no de la realidad visual, sino creados por el artista y dotados de una realidad poderosa”.  Según el poeta, el creador de esta tendencia fue Robert Delaunay, y entre sus miembros incluye a Picasso, Fernand Léger, Francis Picabia y Marcel Duchamp.

Cubismo instintivo

  • Definido como “el arte de pintar nuevos conjuntos tomados no prestados de la realidad visual, sino de lo sugerido por el instinto y la intuición al artista”. Apollinaire incluye en esta tendencia a una gran cantidad de artistas, si bien no aporta nombres concretos.

Para Apollinaire, el cubismo, serían creaciones  de artistas necesitados de una belleza ideal, de una belleza que iría mucho más allá de la expresión  orgullosa de la especie, para abrirse a la “expresión del universo, en la medida en que se ha humanizado a la luz”. Adquiere así el cubismo –según el poeta– un halo épico, pues estaríamos ante un arte que, desde los tiempos históricos, nadie se había atrevido  a imaginar, y ante  una “belleza” capaz de producir un deleite más libre y puro que todo cuanto anteriormente habrían creado los artistas.

El cubismo y la cuarta dimensión

En esta segunda parte del artículo abordo el intento llevado a cabo  por parte de los primeros cubistas, de representar una imagen tetradimensional en una superficie bidimensional (lienzo) partiendo de las teorías matemáticas de la época sobre la geometría no euclidiana. 

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La idea de la cuarta dimensión se había convertido, a principios del siglo XX, en tema favorito de reflexión en el campo de las matemáticas, la ciencia ficción y  el esoterismo. Seguramente, mucho tuvo que ver al respecto  la publicación de la novela  “La máquina de explorar el tiempo”, de  Herbert George Wells (la historia de un científico que crea una máquina con la que recorrer las dimensiones del tiempo), y las especulaciones del matemático alemán Hermann  Minkowski sobre el espacio-tiempo de cuatro dimensiones  y la fenomenología de la percepción (los sentidos corporales tienen, en distintos grados, la propiedad de establecer nexos que permiten al pensamiento racional reencontrar la realidad primera y originaria. El olfato, por ejemplo,  sería una vía de acceso a los hipermundos, etc.). Por supuesto, no menos influencia tuvieron los nuevos avances tecnológicos y científicos (fotografía, cine, rayos X…), avances por los que artistas como Picasso, se mostraron muy interesados. Ello sin dejar de lado la influencia que ejercía las concepciones  trascendentales-esotéricas teosóficas que asimilaban  la cuarta dimensión con sus concepciones sobre el mundo astral y la visión astral. También  era  un tema presente en la crítica artística parisina.

Ciencia e hipótesis, de Henri Poincaré

   El espacio tetradimensional y su “visualización” al menos desde el punto de vista matemático, fue motivo de inspiración, tanto para los primeros cubistas como, posteriormente,  para artistas adscritos al surrealismo y al futurismo.

   Matisse, que conocía el libro “La Science et l’Hypothèse”  (“Ciencia e hipótesis”, libro publicado en 1902, por ediciones  Flammarion),  del matemático Henri Poincaré, fue uno de los primeros artistas parisinos de principios del siglo XX en apreciar y valorar las teorías sobre la geometría no euclidiana y la cuarta dimensión. “La Science et l’Hypothèse” , dirigido a un público no especializado, además de abordar los principios del movimiento relativo y absoluto,  el efecto fotoeléctrico (la emisión de electrones al incidir en la materia radiaciones  electromagnéticas como, por ejemplo, la luz) o  la relatividad de las leyes físicas en el espacio (el libro inspiraría a Albert Einstein), contiene dos capítulos que abordan las nuevas geometrías y la cuarta dimensión.

“Espacio geométrico” y “espacio representativo”

El aspecto más interesante del libro, desde el punto de vista de un artista plástico, son los planteamientos entre “espacio geométrico” y “espacio representativo”. Poincaré, define el  “espacio visual”  como el “debido a una imagen formada en la parte posterior de la retina”, cuyas dos dimensiones “no son más que una ilusión”. Añade que, “sin embargo, la vista nos permite apreciar la distancia y, por lo tanto, percibir una tercera dimensión”. Tras apuntar que “la dimensión se nos revela de dos maneras diferentes, por el esfuerzo de acomodación y por la convergencia de los ojos”, señala que, debido a las dos variables de las sensaciones musculares (que nos permiten apreciar las distancias)  “el espacio visual completo nos aparecerá como un continuo físico de cuatro dimensiones”. 

El planteamiento de Poincaré parte del hecho innegable de que  “el espacio representativo es solo una imagen del espacio geométrico, una imagen deformada por una especie de perspectiva, y solo podemos representarnos objetos haciéndolos obedecer las leyes de esta perspectiva”. Apunta también que la percepción del espacio se lleva a cabo por un doble cambio,  una “compensación” entre las diferentes partes del objeto externo, y los diferentes órganos de nuestros sentidos: “En otras palabras, el objeto externo en el primer cambio debe ser desplazado como se desplazaría un sólido invariable, y también debe ser así con todo nuestro cuerpo en el segundo cambio, que es corregir el primero”. Apunta también el matemático que “es solo más tarde, y después de una serie de nuevos experimentos, que aprendemos cómo descomponer un cuerpo de forma variable en elementos más pequeños, de modo que cada uno se desplaza aproximadamente de acuerdo con la misma ley: como cuerpos sólidos”. Tras estas ideas preliminares, Poincaré entra de lleno en la cuarta dimensión: 

(…) de la misma manera que dibujamos la perspectiva de una figura tridimensional en un plano, entonces podemos dibujar la de una figura tridimensional en un lienzo de tres (o dos) dimensiones. Para un geómetra esto no es más que un juego de niños. Incluso podemos dibujar varias perspectivas de la misma figura desde varios puntos de vista diferentes. Podemos representarnos fácilmente estas perspectivas, ya que son de solo tres dimensiones. Imagine que las diferentes perspectivas de un mismo objeto se producen en sucesión, y que la transición de uno a otro va acompañada de sensaciones musculares. Se entiende que consideraremos dos de estas transiciones como dos operaciones de la misma naturaleza cuando están asociadas con las mismas sensaciones musculares. No hay nada entonces que nos impida imaginar que estas operaciones se combinan de acuerdo con cualquier ley que elijamos, por ejemplo, formando un grupo con la misma estructura que los movimientos de un sólido invariable de cuatro dimensiones.

En esto no hay nada que no podamos representarnos a nosotros mismos, y, además, estas sensaciones son las que experimentaría un ser que tiene una retina de dos dimensiones y que puede ser desplazado en el espacio de cuatro dimensiones. En este sentido, podemos decir que podemos representarnos la cuarta dimensión”. (Henri Poincaré, “Ciencia e hipótesis”, Capítulo 4: espacio y geometría)

En otras palabras, lo que  Poincaré está sugiriendo, es que un grupo de varias representaciones tridimensionales (o fragmentos tridimensionales), de un mismo objeto, desde puntos de vista diferentes, combinadas  en sucesión, serían una representación de la cuarta dimensión. Y ese es, precisamente, el método utilizado por Picasso y los pintores cubistas.

Maurice Princet

El personaje que puede ser considerado como el  introductor de los planteamientos matemáticos que buscaban describir la cuarta dimensión a través de proyecciones gráfico-matemáticas, en los círculos cubistas, fue el matemático francés Maurice Princet. Princet frecuentaba los círculos cubistas del “Bateau Lavoir” a través de su amante, Alice Géry. Alice había sido introducida en el círculo de Montmartre por Picasso. Sus rasgos angelicales y su comportamiento desenfrenado la habían convertido en musa y amante del genio malagueño. El matemático y funcionario, Maurice Princet, regaló a Picasso el libro  Traité elémentaire de géométrie à quatre dimensions (Tratado elemental sobre geometría de cuatro dimensiones, 1903), del matemático Esprit Jouffret (en realidad una popularización del “Science and Hypothesis” de Jules Henri Poincaré). La obra trataba de describir poliedros complejos (hipercubo, etc.) proyectándolos en una superficie bidimensional.

Maurice Princet llegó a ser conocido como “el matemático del cubismo”, pues se le concede el mérito de divulgar  la obra de Henri Poincaré y el concepto de la “cuarta dimensión” a toda una serie de artistas de vanguardia (Pablo Picasso, Guillaume Apollinaire, Max Jacob, Jean Metzinger, Marcel Duchamp…).

 “Ver” y “representar” la cuarta dimensión  

Lo que Poincaré proponía (y Maurice Princet planteaba como punto de reflexión y debate en el  círculo del “Bateau Lavoir”) era “ver” y “representar” la cuarta dimensión  a través de una secuencia de diversas perspectivas sobre un plano. En realidad, podríamos decir que Picasso va más allá de las propuestas de Poincaré al desarrollar el concepto de “simultaneidad espacial”, que implicaba representar simultáneamente un objeto desde diversos puntos de vista. Tal representación, en la práctica,  daba lugar a una imagen irreconocible (como podemos apreciar en las pinturas de su llamado cubismo hermético). Cabe recordar que en el campo de la fotografía, la técnica de la doble exposición (técnica que Picasso había experimentado), y las imágenes múltiples (Marey), así como las imágenes secuenciales de  Eadweard Muybridge, constituían ya avances en lo que respecta a la geometrización secuencial de las formas.

Ahora bien, ni Picasso ni Braque poseían conocimientos científicos suficientes  para abordar las especulaciones relativas a la geometría no euclidiana. De hecho, Picasso negó enfáticamente haber discutido alguna vez las matemáticas con Princet (entrevista a Alfred Barr, 1945). Sin embargo, según Apollinaire y D. H. Kahnweiler, en los años del nacimiento del cubismo, Picasso, al igual que otros artistas, buscaba expresar en sus obras la cuarta dimensión. 

Guillaume Apollinaire (“Meditaciones estéticas. Pintores cubistas”, 1913)

Guillaume Apollinaire (“Meditaciones estéticas. Pintores cubistas”, 1913), hace referencia a que los nuevos artistas (artistas cubistas), estaban siendo criticados, por sus preocupaciones geométricas., si bien las mismas son la esencia del dibujo. Y añade que si bien, hasta el momento, “las tres dimensiones de la geometría euclidiana han sido suficientes para las preocupaciones que el sentimiento de infinito coloca en el alma de los grandes artistas”, en  la actualidad, los científicos van más allá de  las tres dimensiones de la geometría euclidiana, y los pintores “fueron guiados de forma bastante natural y, por así decirlo, por intuición, a preocuparse por posibles nuevas medidas de la medida que en el lenguaje de los talleres modernos designamos todos juntos y brevemente por el término de cuarta dimensión”. Añadiendo a continuación: 

“Tal como se le ofrece a la mente, desde el punto de vista plástico, la cuarta dimensión se generaría mediante las tres medidas conocidas: representa la inmensidad del espacio que dura en todas las direcciones en un momento dado. Es el espacio mismo, la dimensión del infinito; es ella quien dota a los objetos con plasticidad. (…)  El arte de los nuevos pintores toma el universo infinito como un ideal y es a este ideal al que debemos una nueva medida de perfección que le permite al artista dar proporciones al objeto de acuerdo con el grado de plasticidad donde quiere llevarlo (…) Agreguemos que esta imaginación: la cuarta dimensión, era solo la manifestación de las aspiraciones, las preocupaciones de un gran número de artistas jóvenes que miraban esculturas egipcias, negras y oceánicas, meditaban sobre obras de ciencia, esperaban un arte sublime, y que hoy ya no nos apegamos a esta expresión utópica, que tuvo que ser notada y explicada, un interés de algún tipo histórico”.

La cuarta dimensión y los círculos  artísticos  de las primeras décadas del siglo XX

Vemos así que el interés por la cuarta dimensión estaba muy presente en los círculos  artísticos  de las primeras décadas del siglo XX. 

El pintor y grabador ruso, Max Weber, por ejemplo,  escribió  en julio de 1910, un artículo titulado «In The Fourth Dimension from a Plastic Point of View»  (“En la cuarta dimensión desde un punto de vista plástico”), para la edición de Camera Work de Alfred Stieglitz,  donde afirma:

“En el arte plástico, creo, hay una cuarta dimensión que puede describirse como la conciencia de un gran y abrumador sentido de la magnitud espacial en todas las direcciones al mismo tiempo, y se da a conocer a través de las tres medidas conocidas”.

Los artistas cubistas, Albert Gleizes y Jean Metzinger  hicieron referencias a la geometría no euclidiana  en su “Du Cubisme “(1912), argumentando que si bien el cubismo no estaba basado en ninguna geometría, la geometría no euclidiana correspondía mejor al arte que los cubistas estaban llevando a cabo, y que las concepciones espaciales del cubismo integraban la cuarta dimensión. Posteriormente, Albert Gleizes (“Souvenirs: le Cubisme, 1908-1914”), señala que el cubismo seguía siendo respetuoso con la representación de la perspectiva clásica: 

“De hecho, esta etapa (“la etapa que tiene, legítimamente, el derecho al nombre de “cubismo”) sigue siendo respetuosa de las “tres dimensiones” clásicas, haciendo hincapié en el “volumen”. En consecuencia, permanece dentro del marco de la ‘perspectiva’, que sugiere en una superficie plana una ilusión de profundidad”.

Albert Gleizes

Y añade:

“Metzinger, como se puede ver claramente en “Le Goûter”, procede a través de la interpenetración de cubos. La construcción de su pintura gira en torno a la orquestación de estos volúmenes geométricos, que cambian su posición, se desarrollan, se entrelazan siguiendo los movimientos en el espacio del propio pintor. Ya podemos ver, como consecuencia de este movimiento introducido en un arte que, según nos dijeron, no tenía relación con el movimiento, una pluralidad  de puntos de perspectivas”.

Albert Gleizes

A finales de 1915, el poeta y amigo de Picasso, Max Jacob, hizo mención a la cuarta dimensión, en un periódico estadounidense, si bien, dada su tendencia religiosa la relaciona con Jesucristo y sus apariciones tras su resurrección.

   En 1918, Louis Vauxcelles, alude también, de manera irónica,  a la forma en que la idea de la cuarta dimensión se había extendido en el arte: 

“Entonces, un día, el Sr. Princet se encontró con el Sr. Max Jacob y le dio uno o dos de sus descubrimientos en la cuarta dimensión. M. Jacob informó al ingenioso M. Picasso, y M. Picasso vio en él la posibilidad de nuevos esquemas ornamentales. M. Picasso explicó sus intenciones a M. Apollinaire, quien se apresuró a poner ellos en fórmulas y para codificarlos. La cosa proliferó y se extendió. Cubismo, el hijo de M. Princet nació”.

Louis Vauxcelles

Artistas cubistas en torno al marchante Paul Rosenberg

Hacia 1916, el marchante Paul Rosenberg comienza a reunir en su entorno (bajo contrato) a un grupo de artistas entre los que se encontraban Gris,  Picasso, Metzinger, Braque, Fernadn Leger, Lipchitz, Blanchard, Severini, Rivera, Henri Laurens, Henri Hayden, Auguste Herbin… Muchos de ellos se reúnen en casa de Lipchitz los domingos por la tarde para debatir de arte, matemáticas y cuarta dimensión. André Lhote nos ha dejado un recuerdo de tales reuniones: 

“El inquisidor Juan Gris cuya pureza estaba fuera de duda, hablaba solo de “nouménes” y odiaba toda manifestación accidental de la realidad. El italiano Severini y el mexicano Diego Rivera juraban solo por Poincaré, por Rienman y por la cuarta dimensión” (A. Lhote en A. Jakovsky, “André Lhote”, ed. Jakovsky, París, 1947).

André Lhote

Las  Señoritas de Avignon de Picasso, primer ensayo de la visión cuadrimensional

Podemos concluir, señalando que la cuarta dimensión, es abordada por algunos artistas cubistas, más desde la intuición que desde el análisis puramente matemático y que es Picasso, en Las  Señoritas de Avignon, quien se adelanta en la nueva forma de interpretar el espacio, ensayando la visión cuadrimensional o simultaneidad espacial, al  representar al menos  una figura (la mujer acuclillada de la derecha), desde dos puntos de vista diferentes.

🎨 ¿Qué es el cubismo?

El “Cubismo” es un movimiento artístico que surge en 1907 de la mano de Pablo Picasso y Georges Braque. Si bien se puede decir que finaliza en 1914, lo cierto es que su influencia está presente, al menos, en la primera mitad del siglo XX, influyendo decisivamente en las vanguardias artísticas.

🎨 ¿Cuáles son las características del cubismo?

Las características del movimiento cubista, pueden resumirse en:

• Ruptura con el ideal de belleza basado en la imitación de la naturaleza.
• Representación de la realidad en base al empleo de elementos geométricos y  
  superposición de planos.
• Ruptura con la perspectiva tradicional, sintetizando, en un solo plano, un 
  objeto visualizado desde diversos puntos de vista.
• Incorporación en la obra plástica  de técnicas no pictóricas (“collage”) y
  materiales no tradicionales (papel de periódico, maderas…)
• Interés particular por la figura humana y naturalezas muertas (bodegones,
  instrumentos musicales…), frente a temáticas tradicionales (religiosas, míticas, históricas…)

🎨 ¿Por qué nació el cubismo?

A finales del siglo XIX y principio del XX, el desarrollo tecnológico (invención del automóvil, en 1885; de la radio, 1895;  del cinematógrafo, en 1896; del aeroplano, en 1903 …), y el conocimiento científico (las teorías de Albert Einstein, entre otras), comenzaban a  transformar la sociedad, todavía de carácter rural,  en una sociedad masiva e industrializada. A nivel político, la democracia y el auge del socialismo eclosionan, frente a una sociedad cada vez más dominada por el capitalismo. Tales transformaciones sociales, sirvieron de caldo de cultivo para una renovación radical de las artes visuales (impresionismo, posimpresionismo… cubismo). Cabe también señalar como un aspecto relevante en el nacimiento del cubismo, la fascinación de las vanguardias por el arte primitivo (arte ibérico, escultura africana, arte románico, arte egipcio…)

🎨 ¿Qué es el cubismo? Sus autores.

En 1907, se lleva a cabo una exposición retrospectiva del pintor Paul Cézanne. El trabajo de síntesis formal llevada a cabo  por  Cézanne (reducción de los volúmenes a elementos esenciales: cilindro, cubo y esfera),  inspiró y alentó a jóvenes artistas, como Picasso o Braque,  en su búsqueda de un arte mas “mental”, frente al  arte, esencialmente “emotivo” de los impresionistas y sus epígonos. Picasso, con su “Señoritas de Avignon”, es el primero que rompe con el pasado y comienza a desarrollar el nuevo estilo. Pero Picasso no estaba solo, junto a él, participando en sus discusiones, se encontraban Georges Braque, Juan Gris, y escritores como  Max Jacob o Apollinaire.
  Entre los primeros pintores cubistas (además de Picasso, Braque y Juan Gris),  se encuentran, entre otros muchos,  Fernand Léger, Albert Gleizes, Jean Metzinger, María Blanchard y Henri Le Fauconnier.


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