En este artículo me centro en la vida y obra Picasso y Barcelona entre 1895-1901, desde su acceso en la Escuela de Artes y Oficios de Barcelona, a su primer viaje a París, en 1901, pasando por su Ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, en 1897, “Els Quatre Gats” y la fundación en 1901, junto al escritor catalán Francisco de Asís Soler, de la revista “Arte joven”.
En septiembre de 1895 la familia Picasso se traslada a Barcelona (José Ruiz había permutado su puesto de profesor en La Coruña por otro en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona, instalada en la casa de la Lonja), pasando a vivir en un piso de la calle Cristina, en los alrededores del distrito portuario, muy cerca de la Academia donde habría de trabajar el padre (si bien no tardaron en trasladarse al número 3 de la calle La merced).
La Escuela de Artes y Oficios de Barcelona (Escuela de la Lonja)
Pese a no cumplir con la edad requerida, José Ruiz se las arregla para que su hijo pudiera realizar la prueba de acceso a La Escuela de Artes y Oficios de Barcelona, consistente en la ejecución de un dibujo del natural, prueba que Picasso realiza en un solo día y supera con creces. En las clases de Anatomía Artística y Perspectiva, Picasso conoce a Manuel Pallarés, con el que pronto forjará una gran amistad, y entra en relación con diversos artistas e intelectuales catalanes, entre ellos, Carles Casagemas, y el escritor Jaime Sabartés que, con el tiempo, llegará a ser su secretario personal.
El cambio de residencia fue trascendente, en lo que respecta a las expectativas artísticas del joven, pues pasó de vivir en una ciudad sin excesiva vida cultural, a una ciudad que, en aquellos momentos, era la puerta de España hacia Europa. Una ciudad abierta a las corrientes artísticas e intelectuales del momento y con unos cenáculos transitados por los artistas más vanguardistas y las mentes más inquietas del panorama español. Por supuesto, Picasso tarda en adaptarse a la nueva situación y, durante varios años, su pintura se mantiene asentada en un realismo social muy al gusto de la época y de su progenitor.
Algunas obras de Picasso en Barcelona












En 1896 Picasso pinta La Primera Comunión, obra que presenta en la Tercera Exposición de Bellas Artes e Industrias Artísticas de Barcelona. La obra recibe muy buenas críticas, lo que anima a don José Ruiz a alquilar un estudio para su hijo, en el número 4 de la calle de la Plata, del Barrio de la Ribera.


En 1897, Picasso, con 16 años, pinta en este estudio Ciencia y caridad, una de las obras más representativas de su periodo de formación. El lienzo obtuvo, ese mismo año, una Mención Honorífica en la Exposición General de Bellas Artes de Madrid y, posteriormente, la Medalla de Oro de la Exposición Provincial de Málaga.
Ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid
En septiembre de 1987 Picasso se traslada a Madrid para estudiar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (dos años antes había visitado la capital con su padre, al regresar de la Coruña). A su llegada se aloja en el segundo piso del nº 5 de la calle San Pedro Mártir (muy cerca de Tirso de Molina). Sin embargo, al parecer, las clases no llegaron a interesar mucho al joven artista, que pasa más tiempo pintando en el Retiro o visitando el Museo del Prado, que en las aulas.


Enfermo de escarlatina regresa a Barcelona en el verano de 1898, en medio de un ambiente revuelto, debido a las guerras de Cuba y Filipinas.




A su llegada, su buen amigo, Pallarés le invita a pasar una temporada en su casa natal, un pueblo catalán situado en Horta de Ebro. A partir de ese momento, el joven artista deja de firmar como Ruiz para hacerlo con su segundo apellido, el materno: Picasso.

A su regreso a Barcelona, Picasso inicia una etapa más cercana a la naturaleza y, definitivamente, menos academicista. Con sus amigos Manuel Pallarés, Jaume Sabartés y Carles Casagemas, comienza a aventurarse en la Barcelona más canalla, con sus burdeles (entre otros en los de la calle Avinyó). Sin embargo, el cambio decisivo llega cuando Picasso comienza a frecuentar la taberna Els Quatre Gats.
Els Quatre Gats
Los artistas catalanes de finales del siglo XIX, afincados en París o, al menos, vinculados con las corrientes artísticas parisinas, solían ser asiduos del cabaret “Le Chat Noir” (El gato negro), un local bohemio, situado en el barrio de Montmartre. Allí actuaban cantoautores célebres como Arístide Bruant, se llevaban a cabo espectáculos de teatro de sombras chinescas, dirigidas por Pere Romeu, y las veladas siempre estaban animadas por melodías de piano.



Picasso, de la mano de sus amigos (Carles Casagemas, Manuel Pallarés, Jaume Sabartés…) y, seguramente, atraído por la presencia de artistas como Ramón Casas y Santiago Rusiñol, terminará por convertirse, con 18 años, en asiduo de Els Quatre Gats.



En el local, siguiendo el modelo de Els Quatre Gats, además de servir comidas y bebidas, se llevaban a cabo conciertos, sesiones de sombras chinescas, exposiciones (la primera exposición que colgó de sus paredes fue la de Isidro Nonell) y veladas literarias, por lo que los amigos de Picasso, le animaron para que hiciese allí una exposición de sus obras. Picasso (que desde 1900 compartía estudio con Carles Casagemas), no se hizo de rogar y, en febrero de 1900, expuso en la sala grande de Els Quatre Gats, una amplia colección de retratos (dibujos al carboncillo, coloreados en ocasiones con acuarelas) y un óleo (“Últimos momentos”) que es aceptado y expuesto enel pabellón español de la Exposición Universal de París de 1900, lo que motivó que Picasso (en compañía de Casagemas y Manuel Pallarés) viajara en otoño a la capital francesa por primera vez.





Cleveland Museum.
Últimos momentos se ha considerado perdida durante muchos años, conservándose apenas un boceto preparatorio. Sin embargo, al llevar a cabo la radiografía de la obra del periodo azul “La vida”, se descubrió que bajo la pintura se escondía el cuadro. Picasso había pintado encima una obra en la que el simbolismo de la vida, cubría los recuerdos de la muerte (por suicidio) de su gran amigo Casagemas.














Primeros viajes a París
En sus primeros viajes a París, el joven artista descubre el Louvre y las pinturas de Paul Gauguin, Degas, Manet, Cézanne, Toulouse-Lautrec, Van Gogh ( “el más grande de todos”, según reconocería al final de sus días)… La influencia de estos grandes artistas, pronto podrá apreciarse en sus obras, pero como el propio artista diría años más tarde: “Se ha dicho que en mis inicios en París copiaba a Toulouse-Lautrec y Steinlen. Es posible. Pero nadie ha confundido los cuadros de Toulouse-Lautrec y Steinlen con los míos”

Picasso se impregna de la vorágine parisina y establece contactos con importantes marchantes de arte. El 24 de junio de 1901, exhibe por primera vez sus obras (junto con el pintor vasco Francisco Iturrino), en la galería de Ambroise Vollard, ubicada en la prestigiosa calle Laffite de París.
Vuelta a Madrid
En 1901, tres años después de su primera estancia en Madrid, y después de una estancia en París, Picasso vuelve a la capital de España, alojándose en una pensión de la calle Caballero de Gracia, detrás de la Gran Vía. No tarda en
alquilar una buhardilla en la calle Zurbano, esquina con Almagro y Zurbarán.
El gran novelista Pío Baroja nos dice en sus memorias:
«Pablo Picasso, cuando estuvo en Madrid, había tomado un estudio hacia la calle de Zurbano, y se dedicaba a pintar de memoria figuras de mujeres de aire parisiense, con la boca redonda y roja como una oblea. Picasso era tipo de mirada aguda, con una sonrisa irónica y burlona».
En 1901, Picasso funda, junto al escritor catalán Francisco de Asís Soler, la revista “Arte joven”, de la que Soler era el editor literario y Picasso el director artístico. El primer número de la revista se publica el 10 de marzo de 1901, ilustrada con numerosos dibujos de Picasso (caricaturas, escenas de calles y cafés, campesinos, gitanas, señoritas…) que evocaban las obras de Steinlen y Toulouse Lautrec.



En estos meses, Picasso frecuenta a intelectuales y artistas y logra que escritores de prestigio, como los hermanos Baroja, Valle-Inclán Azorín o Unamuno, publiquen en “Arte Joven”. El hermano de Pio Baroja, el pintor Ricardo, contribuye también con tres estudios de carbón de amigos modernistas. La revista está igualmente representada con traducciones de Goethe, Schiller, Shelley, Guerra Junqueiro, Santiago Rusiñol, Jacinto Verdaguer…
Los creadores de la revista declaran que su misión es renovar, “regenerar” el arte:
Sin compromiso, huyendo siempre de lo rutinario, de lo vulgar y procurando romper moldes, pero no con el propósito de crear otros nuevos, sino con el objeto de dejar al artista libre el campo, libre completamente para que así, con independencia, pueda desarrollar sus iniciativas y mostrarnos su talento.
No es nuestro intento destruir nada: es nuestra misión más elevada. Venimos a edificar. Lo viejo, lo caduco, lo carcomido ya caerá por sí sólo, el potente hálito de la civilización es bastante y cuidará de derrumbar lo que nos estorbe.
Lo que subsista, lo que tenga fuerza suficiente para resistir los embates de lo nuevo, lo que se mantenga firme e incólume, a pesar de la tormenta, no es viejo: es joven, joven siempre, joven aunque cuente mil años de existencia.
Virgilio, Homero, Dante, Goette […], Velázquez, Ribera, el Greco, Mozart, Beethoven, Wagner… éstos son los jóvenes eternos, cuantos más años pasan más grandes son, crecen en vez de perecer y mientras el mundo exista existirán ellos: Son los inmortales.
Los responsables de la revista declaran también que no publicarán retratos, biografías ni necrologías de toreros. Que no pueden ser simpáticos, “de ninguna manera, a los lectores asiduos de Blanco y Negro y a los coleccionistas de cromos de las cajas de cerillas”, y abogan por críticas compasivas. Toda una declaración de intenciones, para una revista que pretendía renovar las artes.
La estancia de Picasso en Madrid fue breve, si bien cabe destacar que es en su estudio de la calle Zurbano, donde inicia su “periodo azul”, con el cuadro Mujer en azul. El lienzo fue presentado a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1901, donde obtuvo una mención honorífica. Finalizado el certamen, Pablo Picasso no pasó a recogerlo. Al cabo de varias décadas, Enrique Lafuente Ferrari, director del denominado Museo de Arte Contemporáneo, localizó la pintura y la incorporó a las colecciones estatales.

En mayo de 1901, Picasso vuelve a París, alternando su residencia entre Barcelona y la capital parisina. En 1904, el artista español se instala definitivamente en París, donde monta su estudio en las riberas del Sena y entabla amistad, con los poetas Guillaume Apollinaire, Max Jacob o el dramaturgo André Salmon, entre otros.
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